Salida

Ansó ´s sons II. El bueno de Peio

( Ansó ´s sons II. El bueno de Peio proviene de Ansó ´s sons I pinchar en link para ver la primera parte )

Lo fresco, lo frío y lo mental.

Un frío del carajo y buen café que todo anima algún caminante, aunque del “ande” ande escaso. Alrededor dos o 3, o dos, locos de planta, en pantalón corto, no sé si a dar el cante o a guardarlo con melodía pero aquello a uno le daba más que frío.

 XIV Marcha Senderista – Ansó – Calveira – Forato – Ansó. La etapa era sencilla. Eso decían claro. El caso es que cuando hicimos la inscripción la noche anterior no sé si era 12 eran 8 eran 15 o eran 20 kilómetros. El elemento etilo te hace un ser más que confiado. Y allí iba yo más que relajado de fiarme de esa tenue y al poco tiempo precipitada su vida en la misma falda de la cordillera pirenaica.

Parezco Peio.

Con la fe de un escalador de la categoría de Cippolini y con la pinta que me canta en el estreno de mí todo a 100 en esa torpe ropa montañera al uso, con unas botas que creía yo yá algo trabajadas pero con largura que luego más tarde iba a hacer que me acordara de toda la familia de Santos qué podía recordar. Más tarde recordé hasta los beatos por terminar el santoral y para nada bueno en los prosopopéyico.

Salimos a buen ritmo.

Al cruzar el puente del rio Veral que separa al pueblo de la primera ladera os metíamos enseguida en el ajo. El proceso en este tipo de etapas que te minan el cerebelo siempre suele ser el siguiente, cuestica de ná, elevación suave, laderica de poco nivel más o menos larga, para de pronto empezar por el subidón de la leche. Pero yo iba como Peio Ruiz Cabestany en aquella etapa de los años 80 que sacaba en un etapón un montón de minutos al pelotón y a los mejores de la época. Su pájara se recordará en los anales del ciclismo puesto que yendo solo en el último puerto y a falta de pocos kilómetros terminó entrando fuera de tiempo.

Recuerdos televisivos

Mi perversa mente doceañera grabó aquel acontecimiento para la eternidad en el entrecejo para la relucirlo cual goleada a tu equipo bestia negra. Del 83 al 85 yo era un Hooligan del ZOR-BH y el pobre Peio era el enemigo. Su equipo y el Reynolds gozaban de mi más perfecta ingratitud que rozaba algo parecido al odio fomentado por las vueltas a España a base de chapas de botellines de Coca Cola, Skol o incluso otras más raras como la de Vilas del Turbón, eso no era una chapa, eso era un tesoro. Y es que la chapa que representaba Chozas se me salía siempre en las curvas y la de Álvaro Pino llevaba roña y óxido que hacía que el representado se enganchara en cualquier triste recta.  Disfruté de su pájara, la de Peio en TV, cual Fredi Kruegger en una pesadilla de un adolescente perturbable en Elm Street. Pero como yo Peio tenía mucha confianza aquel día.

¡Incauto!

Las vistas eran impresionantes. Yo a lo mío que es subir y dosificar para fotos ya está el que va sobrado. Los palos de montaña son decisivos para engancharte a este tipo de marchas, tanto en subida como en llano, no es marcha nórdica pero  consigues llegar a creerte que eres un 4 por 4 del tipo Land Rover Defender de última generación, como en de mi amigo Quino el ganadero, pero al final el motor es el que manda y mas similitud tenía mi ritmo al de un ARO post Pacto de Varsovia. Aún así los teóricos dos ejes fomentaban lo que era mi total e incauta confianza en el ascenso. Esto estaba chupado, como el del Orbea …

Dudo ergo subo

Los falsos Llanos tienen más de falso quede ya no pero uno se lanza y no perturba compañero que cabecea a la menor sensación de que el motor no está llevando el programa que cree necesario. La frase del coronel era cauta y monótono, pero no menos que sabia – Dosifica artista, dosifica – Que si, que sí -. Ni Nelson en los Simpsons deja convecerse como yo.

Y yo pensaba en mis adentros que se cree este tío que por correr día sí y otro 15 kilómetros y pesar 25 kilos menos puede dar consejos a este cerebro terco y de eventual tesón.

Y allí a la vuelta de uno de esos falsos y apacibles Llanos estaba la pista, que por su desnivel y forma, era de la que debían salir hacia Marte las inimaginables imaginaciones de Iker Jiménez y resto de la parroquia del tipo terra-planista ( Marc-i-ano)

El escalador no mira hacia abajo

O tal vez si le echa un ojo, el ojo de la vacilación. Para contemplar la belleza a sus pies pero no en ese momento que te pide que hinques dientes y te ponas en “modo Himalayo”.

No es que el mundo gire, que lo hace, es que te adelantan cual carrusel pero seguimos con tendencia semipositiva puesto que a duras penas tú te enganchas a grupo y vas remando hacia la cima donde la ecuánime organización había preparado un buen refrigerio momentáneo pero imprescindible para que no terminaras en la pájara antes comentada.

Estamos fuertes arriba. ¿Calveira o Forato?

Que me decía hacia mis adentros “Venga Carlos que tú también vales para esto” me lo creo como la que se montó Michel en sus adentros y sus exteriores cuando clavó la modesta frase “Me lo merezco” y ya empezaba a defraudar como futbolista y más aún como persona. Clemente lo caló enseguida. Pues yo estaba entre la michelada interior a lo Santa Teresa y la michelinada exterior que me había trabajado de año en año y de pizza en pizza. “Mechil” o no, ya estaba arriba más o menos entero y verdadero.

El caso es que ya estábamos o en Calveira o en Forato, las cimas que coronaban la etapica en cuestión.

El coronel animando a la tropa. Lo del fondo o nuestras calvas o Calveira.

Hacia abajo hasta la newtoniana deposición corre

Esa frase, algo más breve y escatológica se la había oído a mi padre en numerosas ocasiones, sobre todo en nuestras excursiones camperas más humildes por los montes de Zuera. Era la época de Gorospe y otras eternas promesas que bajaban por carreteras a tumba abierta, pero que todavía no ganaban vueltas grandes, hasta que llegara Perico y sobre todo Induráin. Pero hete aquí que el detrito no tiene muslo, ni tibia, ni por supuesto la parte que los une.

Bajar es fácil.

Siempre lo he pensado, descender es sencillo, lo que tiene mérito y esfuerzo es subir, de hecho se puede decir de alguna manera que bajar es de cobardes. Cuanto mal me hizo a la mente ver tantas etapas de ciclismo en los ochenta. Bajar bajaba hasta Suárez Cuevas. Descender carece de mérito. Quizás la negación de la hecatombe fisiológica no entraba en una mente motivada.

Cuando uno desciende sin perturbaciones, se puede configurar unos parámetros, unas subrutinas que más o menos procesas en un “Basic” andarín pero al llegar a la zona boscosa se fastidió la subrutina que consistía en un zigzag más o menos cualificado y calibrado.

Y es que cuando a dos pasos topas con abeto, pino bajo, pino alto, pino, otro pino, y un jodido pino más ..l dolor de mi parte rotuliana todavía está a la par con el de las ampollas que provoca que la bota que llevo  hace bailara mi pie más que Georgi Dance con la “Barbacoa”.

Los palos o bastones

Los palos ayudan a que no salte la coyunta que une la dolorida carne que une tendones, menisco, cartílagos y ya no me acordaba de más partes para insultarlas de esa zona que era psicoanalizad a cada paso que daba.

La mente mueve montañas

Y una leche, nada, ni montañas ni piedrecicas, la montaña la haces tú. Esta es una etapa suave y debe de serlo puesto que me acaba de pasar una señora y un señor de unos 70 añetes, deben de ser los abuelos de Bear Grylls puesto que las zancadas que dan son increíbles, sin miedo a darse de bruces con abetos, pinos bajos, pinos altos, pinos, … jodidos pinos.

Acceso a la III Parte Epopeya final

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