Ansó

Ansó´s sons (I )

Los hijos de Ansó

The Ansó ´s sons En esta disléxica vida qué he promovido desde el comienzo del tiesto materno mis idas y venidas hacia la actividad y des actividad han sido muy promiscuas.

Épocas de tedio y de autocomplacencia o de frenética actividad en los supino. aquiescencia personal en los sincero y lo sintomático. En una de esas de lo variado en lo cambiado caí en la gracia de la desgracia.

Hete aquí que corrían tiempos de retos modernos, de footingers, corredores y runners, sin más, u otras variables de desgastadores de suelas de caucho u otro material sintético de menor glamour. Lo mío siempre ha sido el slowly-mode y sobre todo con algo de sustancia. Nadar por nadar, andar por andar, correr por correr nunca era lo mío. Tenía que haber algún tipo de misión, algo que perturbara la mente con el entorno. El reto estaba planteado.  Había que moverse más como una necesidad social y perentoria que acaecía y menos cómo tormenta regulada fundamentada en el crecimiento individual de esos llamados personal-trainers. 

Hacia la montaña.

Entre antepasados y pasados presentes siempre se aludía a la colonia del Ansó, aquella qué pululaba por la mente y el éter de muchas generaciones de conocidos y conocibles.

Un fallo de Julio Salinas y el gol de Roberto Baggio siempre están presentes en mi mente cuando llego a esa población en la que vi una vez más perder a la selección Clemente y española. Lo llevo como el codazo terrible que aquel día le dieron a nuestro actual seleccionador nacional. Aquel hombre se dejó el alma en forma de sangre en aquel lance que yo vi el ya mencionado pueblo de Ansó y donde 22 años más tarde me iba a dejar el fuelle final del tracto alveolar y las juntas de los cartílagos “rodillales”.

Ansó recuerda copas.

Y uno es laminero, el mundo de la noche remueve las conjeturas previas, aclara las ideas y focaliza los objetivos. Plan perfecto de una escapada evasiva. ¿Quién no conoce cómo se las gastan en las festividades montañeras? y más por aquellos lares. un quiebro por aquí ,una aceleración por allá  , soy el Mágico González de la pleitesía “excusística” – ¡ Hay que hacer deporte! – o Sí no nos podríamos convertir en el Demis Roussos de la vecindad terrenal .

Fiestas de Ansó
Fiestas de Ansó, ambientazo

Al coronel le cuadraban los planes los promovía más allá de su trasnochado nombre de capitán, era parte de la solución que crearía el problema.

Fuga, tocata y escape del trabajo.

Y es que estas funciones modernas de autonomillo, venido a más y venido a menos, no encajan a la perfección con él antes mencionado síndrome del quemador de suelas.  Hay que demarrar aunque sea “a lo Cacaito Rodríguez” para salir del pelotón de la monotonía cuando uno está rodeado de 4 paredes. Así que un giro de decisión indecisa acelera los planes cuando éstos apenas están planteados. Y ponemos rumbo a las tierras altas no sin antes precisar que sin equipación uno no puede afrontar ningún Tourmalet y menos Cacaito. Al coronel no le agradan las paradas de imprevisión, es un tipo imperturbable puesto qué acaecieron a su alrededor, en su prolongado pasado social, numerosas turbulencias de: amigos, de conocidos y de este vuestro vulgar escritor de breves relatos. Comodín nocturno avezado, el coronel era y es una bestia de barra de bar, de chiringuito y de lo que no sea estar en casa. Con un gruñido arengador y discordante en el Decathlon de Walqa enfilábamos el Monrepós.

La llegada al pueblo para participar en la XIV marcha senderista fue sensata pero con su toque de surrealismo debido a la morada en la que íbamos a hospedarnos. El dueño, un personaje extraño, montañés de adopción y de mirada quejosa nos regaló una charla sobre la propiedad y la rentabilidad de su indefinible actividad. Hay gente “pa tó”. El sábado no daba para más, ni dos cubatas, ni uno ni ná … dos u ocho simples birras se mediaron, la inscripción y la suerte ya estaba echada. Al día siguiente “la larga” se ponía enfrente de mi deplorable estado físico.

II Parte

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