Mitómano sin complejos

Viaje hacia Berlín

Os iba a contar una breve estancia que tuve por Berlín hace unos años, quizá 13, no importa mucho, la fecha no es notoria para el mito. Al final como siempre he divagado en un rizo hiperbólico y me he ido por los cerros de Úbeda. Mi historia es una más de unos más o menos menos. El caso es que el Dow Jones comenzaba a pensar en zozobrar pero estábamos aún en la cresta de la ola. Los felices 2000 los llamé luego

Un trío extraño

Viaje al  frío en verano , tres españolitos,  para las tierras teutonas que se presuponía ya de fiero etilo.  La historia había empezado ya en Cracovia y había ido subiendo enteros cruzando la amplia planicie polaca.  Pero sería a la entrada del país de Goethe donde comenzaría el súbito anecdotario carente de línea cultural. 

Ese Tren,   tran-trin, que no superaba en muchos tramos los 40 kilómetros por hora,  con el cual salimos de la ciudad de Walesa, adormecía el principal de los sentidos, el común, fundamental para acoplar el mito y no por el tren en si , sino por sus pasajeros Marc, Matías y maese yo. Nos adentramos en un submundo lleno de estereotipos que nublaban el proceder de las buenas formas.

Marc y Matías

Marc, a todas horas poco intrépido en la aventura de largas distancias era el amo de la noche. Él  era capaz de doblegar una botella de Cacique y lucir la mejor “open mind” en ese territorio de sombras y alegría. Su punto débil era la desconfianza tenía en su horizonte la película hostel como referencia de lo que podía suceder si no prestábamos atención de sus avisos de “¡cuidao cuidao!” . Sin embargo en ambientes nocturnos se transformaba cuál hombre lobo plena luna llena. El aviso de peligro y precaución diurno se intercambiaban por un vendaval “venga vamos”… en las alas de las tinieblas

Matías era todo lo contrario, conservador en la mirada al vaso. Un tipo culto en el marketing que ya era 2.0. De la escuela abierta de Barcelona con una herencia genética de la meseta soriana. Matías era el que más mundo conocía y sus pies ya habían pisado 4 continentes.

Y allí estaba yo,  con un inglés más bajo que el de ambos,  pero con un charrar heredado de parte materna que lograba enlazar discordancias y afrentas, elude tempestades y llegaba tal vez a buenos puertos , salvando casi siempre los muebles en un más que recurrente naufragio.

Noche . Ese traqueteo de esa molde de hierro no dejaba dormir. 4 pasajeros en un compartimento, Hace fresco nadie es capaz de pegar ojo

Emigrar para trabajar y nosotros de ruta.

Aquella noche nuestro compañero de camarote era un joven más o menos de los años nuestros por aquel momento quizá dos o tres menos. Iba de su país a Dinamarca a trabajar,  parecía un tipo interesante y de un perfil técnico por lo que deduje que quiza se dedicaba a programar. Con mi Malparido inglés empecé a desarrollar empatía y ,cómo no, a hablar sin parar.  Y allí estaba en Matías y sobre todo Marc para corregir mis “How to say” eclécticos seguido de palabretas de la lengua de Cervantes.

Nexo de mito: el fútbol

Cuándo quieres entablar conversación en el extranjero vale con pronunciar la palabra fútbol . Lo aprendí pronto en mi primer viaje  a Centroeuropa . El fútbol es un idioma universal entendible en cualquier sitio y qué goza siempre de simpatía. Y venimos del país de los apóstoles del fútbol encabezados por el Real Madrid y el FC Barcelona: Cualquier historia vale a pesar del gruñir del más cosmopolita de nuestros amigos, el Matías.

Marc,  a pesar del entuerto en que le metía, desarrollaba las historias que para mí agónico léxico británico, yo,  balbuceaba. Marc era futbolero, sufridor, como yo, proscrito narrador, de nuestro Real Zaragoza.

A España se le ponía en el mapa con un balón ¡coño!. Y explicar Zaragoza siempre con el between de los grandes, porque muchas veces no valía ni el Gol de Nayim. Aquel año el 2007 fue el del empate a 76 puntos entre Madrid y Barsa . Plantillas de ensueño, los galácticos de Beckham y el comienzo del tiki taka con Ronaldinho  en la capital Condal. El Zaragoza había hecho sexto, una gran temporada. La sangre futbolera ,quieras que no, al final corre por las venas del hispano y por supuesto presume y se enorgullece de ello. No teníamos en muchas ocasiones mucho más de lo que presumir .

El tipo aquel, seguía con un interés “in-pestañe” mis chapurreos casi épico about soccer. Cual Magneto al imán de nevera, el único humano que quedaba en el vagón a parte de nosotros se incorporó a la charla

El revisor.

Y allí empezábamos a gestar Babel,  Español, Inglés, Polaco, creo que a Mat le dieron ganás de parlar el catalán y hasta a mi volver a hablar del pozal y de lo de siempre que hacemos los culturetas de medio pelo. Todo al unísono. Eso sí, majestado por un director de orquesta de la escuela del caos. Un humilde aprendiz, servidor, llevaba la voz cantante en la narrativa  ante la mirada de estupefacción de mis dos colegas que mandaban un gesto de desaprobación eterno ante cada una de mis sentencias de entrada en ese “jardín” de la comprensión traductora.

A mi terreno amigo mito

 Tras hablar del mundial 82 de la selección de Lato,  paisano del país en el que estábamos y que sería 3º en el evento de Naranjito la atención ya estaba de mi parte. Aquel año la estrella polaca Boniek triunfó en el mundial de España y era ya otro mito en el ideario futbolístico de la Europa del Este junto con Dasaev, el meta ruso. El revisor quería quitarme el protagonismo pero su negatividad de manejo del idioma molestaba al resto de la parroquia.El revisor, invitado de excepción y personaje secundario a la vez que hilvanador perfecto, intentó comprar algo de atención sacándonos cerveza de contrabando , imprescindible para dormir en este tipo de trenes. A estas alturas tenía todo el argumento bajo control,  ese control que nunca tienes pero que el destino te depara.

La Virgen del Pilar

El surtidor de mi mente guarda recuerdos inestables , llenos de patriotería y de mitos reales que, a mi manera, han procreado en lo más profundo de mi modesto intelecto. La Virgen,  La Romareda, la Reconquista, todo mezclado con un poco de pasión y un guardameta: teníamos el cóctel perfecto. A todo esto Marc sufría para exponer todo el anecdotario a nuestro compañero de viaje. Marc intuía a donde quería llegar yo pero no de qué manera.  Aquel día le debió quedar muy claro a nuestro “casual guest” que el nivel de inglés en los colegios españoles era tétrico para unos estándares en Centroeuropa que son bastante más altos. Y es que la lengua de Poe nos pone unas barreras que ni los Pirineos, ¡ oiga !.

¡ Retronspecter !

1 de octubre de 1986. 13 años y toda la vida por delante,  por error , por suerte o por portarme bien, cosa que se llevaba entonces,  los Hermanos Maristas me regalaban una entrada para la grada de Infantil de La Romareda para el partido que iba a ser del siglo –  luego hubo otro mejor. Rubén Sosa ya era nuestro mito con aquel gol al Barcelona en la final del copa.

Venía la Roma. Nunca jamás he vuelto a ver un campo de fútbol con aquel ambiente, Ni siquiera en París cuando ganábamos la Recopa.  Tras remontar un 2-0 de la capital del antiguo imperio invocamos a la pitera aragonesa para remontar y un Señor llamado Juan ponía el empate con dos goles que nos llevaban a la prórroga.

En aquella época era tradición abrir las puertas del campo a falta de 10 minutos . Eso hizo que aquel día durante 40 minutos  hubiera más gente que nunca viendo partido de fútbol en nuestra Romareda. La energía era mágica. Íbamos a ir a los penaltis tras la prórroga. Y mi baúl de mitos estaba haciendo un hueco enorme para esa noche. Andoni haría el resto.

La cerveza, ese gran líquido elemento

Buena cerveza la Warka, todo un mito degustativo
Warka

La cerveza es ese elemento de construcción, perfecto para contribuir al mito, que todo lo une en una buena conversación o no tan buena. – “Lato,  ¡ Boniek ! … Zbigniew” , en perfecto idioma polaco hablaba el revisor. Ya los tenía en mi piel, como cuando te llevas las diez de últimas con el As y el tres de triunfo. – “ I can say something about Boniek …” – menté esforzándome para atraer la atención hasta de Matías ( pasota del fútbol ). El revisor abrió los ojos como platos y el joven empezó incluso a prestar más atención al ver que el primero ponía tanto interés de sus recuerdos nostálgicos de aquella gran selección polaca de los 80. Es lo que tienen los 80, que era un mundo “a kind of magic” . Lleno de mito de eterno mito musical, cinéfilo y deportivo la década del italo-dance marcaba un antes y un después.

“Boniek played the most passional match that i saw, He was a great player maybe one of the best in Europe along first part of 80ths but …” algo no iba bien en el relato para la parroquia de casa, la cerveza se iba para arriba y el léxico traductorio mejoraba por momentos.

Me vengo a arriba con el mito

El mito salió de la caja de Pandora. Tras narrar brevemente el encuentro le expliqué la tanda de penaltis y cambié, como mandan los cánones mitómanos, el orden de los lanzamientos.  Tras una revisión a posteriori me di cuenta que el último lanzamiento lo hizo el luego a la postre, famosísimo entrenador italiano, un joven aún Carlo Ancelotti y no la estrella polaca qué marró el cuarto. Daba igual, mi mito necesitaba una víctima e iba a ser el bigote pelirrojo, que le dotaba de  más tragedia local al desenlace.

A ritmo de bar y con la parroquia entregada comencé a describir lo que iba a ser el último penalti de la tanda. Nuestro portero, algo estático y todo un tesón de bondad estaba ante la estrella del Este. Por un momento recordé a Gaspar Rosety en Supergarcía y me entregaba al evento. – “Pone la pelota en el punto de lanzamiento” , si lo fallaba el Zaragoza pasaba a la siguiente ronda. Silbidos y gritos por doquier pero silencio y ralentí en el corazón de la tropa aragonesa que arengaba y suplicaba por los tiempos que oíamos a nuestros padres de los magníficos, unos señores que siempre habían jugado en blanco y negro. -”El delantero lanza … “ y entonces cual giro en una película de Almodóvar, obró la Virgen con un rayo relampaguero que abría el cielo aragonés con una luz que partía el horizonte en dos, siempre en mi homeroico relato, que por supuesto cegó al “cazador nocturno”.

Otro mito más. La Virgen había vuelto a obrar como con los de las bombas del Pilar que nos explicaba la abuela Martina cada vez que tenía algún atasco en su argumentario del porqué creer. Yo ya era muy retorcido de pequeñajo con esto de las misas y su proceder. Para qué iba a contar ya a aquella gente lo del gol de Nayim, si hasta a Marc y a Matías les había metido el acontecimiento por la vena, a este Zaragoza ya lo había hecho invencible para siempre, al menos para aquellos.

Puerta de Brandenburgo
Berlin , enorme

Berlín

Luego ya llegaríamos a Berlín, previo mosqueo de Marc con el revisor por haberse autoperdido su documentación al cruzar Schengen pero esto ya es otra historia. quizá mito quizá no … con los años Don Quijote sería real o ¿es que acaso no lo es en la mente del que se deja llevar ?

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